¿Por qué consideraríamos siquiera hacer daño o sacar ventajas sobre cualquier otra persona?

¿Cómo podríamos alguna vez sentir satisfacción por la desgracia de alguien?

Pensar que algo que aparenta ser beneficioso para nosotros, es realmente beneficioso aunque lastime a alguien, es terriblemente superficial. Tengamos presente que estamos conectados con el mundo en muchos niveles e innumerables maneras. Busquemos aquellas cosas que nos beneficien tanto a nosotros mismos como al mundo del cual formamos parte. Un componente esencial del éxito, es saber qué es exactamente lo que uno desea. Una vaga idea no alcanza. Es importante tener una definición clara y detallada de lo que nos conviene sin lastimar a nadie.

Y tan importante como eso, es definir exactamente qué ofrecemos a cambio del logro que deseamos alcanzar. Eso de obtener algo a cambio de nada, no existe; y cualquier intento en ese sentido será en vano. Si no estamos preparados para proveer suficiente valor a cambio de lo que sea que deseemos, lo único que hacemos es soñar sueños vacíos.

Cosas para ofrecer no nos faltan, por supuesto. Para comenzar, tenemos nuestro tiempo. Es algo precioso e irreemplazable. Aprovechándolo al máximo podemos generar una enorme cantidad de valor, suficiente como para intercambiarlo por cualquier cosa que deseemos. Más allá de eso, tenemos habilidades, ideas, la capacidad de hacer que las cosas sucedan, conocimientos, experiencia, aquello que nos interesa y mucho más.